lunes, 8 de octubre de 2007

... reconozcan su linaje

"...como el trapito de bajar la olla, como un monigote pintado en la pared, y que siempre andaban desbarrando contra ella por los rincones, llamándola santurrona, llamándola farisea, llamándola lagarta, y hasta Amaranta, que en paz descanse, había dicho de viva voz que ella era de las que confundían el recto con las témporas, bendito sea Dios, qué palabras, y ella había aguantado todo con resignación por las intenciones del Santo Padre, pero no había podido soportar más cuando el malvado de José Arcadio Segundo dijo que la perdición de la familia había sido abrirle las puertas a una cachaca, imagínese, una cachaca mandona, válgame Dios, una cachaca hija de la mala saliva, de la misma índole de los cachacos que mandó el gobierno a matar trabajadores, dígame usted, y se refería a nadie menos que a ella, la ahijada del duque de Alba, una dama con tanta alcurnia que le revolvía el hígado a las esposas de los presidentes, una fijodalga de sangre como ella que tenía derecho a firmar con once apellidos peninsulares, y que era el único mortal en ese pueblo de bastardos que no se sentía emberenjenado frente a dieciséis cubiertos, para que luego el adúltero do su marido dijera muerto de risa que tantas cucharas y tenedores, y tantos cuchillos y cucharitas no era cosa de cristianos, sino de ciempiés, y la única que podía determinar a ojos cerrados cuándo se servía el vino blanco, y de qué lado y en qué copa, y cuándo se servía el vino rojo, y de qué lado y en qué copa, y no como la montuna de Amaranta, que en paz descanse, que creía que el vino blanco se servía de día y el vino rojo do noche, y la única en todo el litoral que podía vanagloriarse de no haber hecho del cuerpo sino en bacinillas de oro, para que luego el coronel Aureliano Buendía, que en paz descanse, tuviera el atrevimiento de preguntar con su mala bilis de masón de dónde había merecido ese privilegio, si era que ella no cagaba mierda, sino astromelias, imagínense, con esas palabras, y para que Renata, su propia hija, que por indiscreción había visto sus aguas mayores en el dormitorio, contestara que de verdad la bacinilla era de mucho oro y de mucha heráldica, pero que lo que tenía dentro era pura mierda, mierda física, y peor todavía que las otras porque era mierda de cachaca, imagínese, su propia hija, de modo que nunca se había hecho ilusiones con el resto de la familia, pero de todos modos tenía derecho a esperar un poco de más consideración de parte de su esposo, puesto que bien o mal era su cónyuge de sacramento, su autor, su legítimo perjudicador, que se echó encima por voluntad libre y soberana la grave responsabilidad de sacarla del solar paterno..."

García Márquez, Gabriel, Cien años de soledad, Argos Vergara, Madrid, 1980

2 comentarios:

12ignacio dijo...

Después de hamacarme en ese mar sin poder poner los pies en un punto (ni querer tampoco después de comprender que uno no va a ahogarse), no hubiese podido animarme a escribir si no fuese por al exigencia que sentí cuando me dijiste que visite tu nuevo blog y te deje un comentario (lo de la exigencia es todo culpa mía). Vi tu perfil y me enamore, -dios- quiera que quien lea esto pueda entenderme (...sí, imposible), o al menos no juzgarme. Y que decir de la selección de ese fragmento como para arrancar un blog...si esto hubiese pasado unos meses atrás...

Ale45 dijo...

Qué bueno que seas una de las llamadas "lectoras malditas"...no sos lectora de anaqueles de librería...de Márquez no te interesaría su última etapa seguro, Casandra...pero perdonemosle que escriba, de viejo, sólo por el cheque como premio a sus buenos escritos...y a vos 12 ignacio...de mi parte...no te juzgo, te leí y no lo hago...qué derecho tengo???. Te dejo una frase Casandra: "El uso personal de la lengua es el jardín secreto en el que cada uno cultiva las especies de su predilección". Juan José Saer. Seguí cultivando...